Se le definió como obsesivo, provocador, meticuloso, ermitaño, insensible, explotador, sádico, discriminatorio, frío, calculador, impío, cerebral, inexpresivo, excéntrico, controlador, desapegado… diríamos por estos días: poco empático. Estos adjetivos son sólo algunos con los que se intentó clasificar a alguien que rechazó los adjetivos toda su vida y que permanece como el único ejemplo del director de cine que no repite un solo argumento, una sola trama, un solo producto salido de su lente. Es el cineasta más citado junto a la palabra "genio" y jamás ganó un Oscar como director. Su perfeccionismo lo hacía parecer insoportable, pero solo era Stanley Kubrick, el perfeccionista del cine... un maestro inclasificable.