Francisco Benjamín López Toledo fue, para muchos, el último gran pintor del siglo XX mexicano. En su abigarrada obra coinciden, tradiciones, rupturas, historias míticas y un profundo amor por Oaxaca. A través de los distintos medios plásticos en los que se desempeñó (la pintura, la gráfica, la cerámica y la escultura) a lo largo de más de medio siglo construyó un lenguaje y universo de representación únicos a partir de sus conocimientos de la historia del arte occidental, así como de tradiciones indígenas y no occidentales. Esta es una producción original de Himalaya.