Antes de que el mundo se tornase global e irremisiblemente conectado, y de que Disney aglutinase la mayor cantidad de franquicias que significan algo en el imaginario popular, había héroes más allá de las capas y los superpoderes. “Las aventuras de Asterix y Obelix”, creadas por René Goscinny y Albert Uderzo a finales de los años cincuenta, se convirtieron en el ingrediente definitivo para conformar, junto a Lucky Luke y, sobre todo, Tintín, una argamasa de personajes europeos que redefinieron la gráfica e impactaron en la sociedad más que ningún otro e incluso más que muchas novelas.